La última vez que Mario Vargas Llosa estuvo en Chicago

Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura y gigante de las letras latinoamericanas, falleció el 13 de abril a los 89 años de edad.

Autor de novelas como “La ciudad y los perros” y “La fiesta del chivo”, recibió el premio Nobel de literatura en 2010 “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes incisivas de la resistencia, la revuelta y la derrota del individuo”, según el comité del premio.

Vargas Llosa visitó la Ciudad de los Vientos por última vez en mayo de 2017 para impartir una serie de conferencias semanales titulada “El escritor y sus demonios” presentada por la Universidad de Chicago.

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El 9 de mayo de ese año, el escritor estuvo en encuentro-conversación y homenaje realizado en el Instituto Cervantes de Chicago, en el que además dio una rueda de prensa. Después realizó una charla con el periodista, escritor y entonces colaborador del Instituto Cervantes, el mexicano Gerardo Cárdenas, sobre la situación actual del país, del español en Estados Unidos y la defensa del libro como medio ante la amenaza de los medios audiovisuales y las redes sociales.

En ese entonces cubrí el evento para el ya desaparecido diario Hoy. Vargas Llosa habló también de política, ya que en ese entonces en el país se vivía el primer mandato del presidente Donald Trump.

“En estos tiempos podemos reírnos de los muros; no impiden el paso de los inmigrantes. Siempre se va a encontrar la manera (de cruzar la frontera), los inmigrantes no son idiotas”, dijo tajante Mario Vargas Llosa.

Destacó que los inmigrantes venían a este país atraídos por la posibilidad de trabajo y con el instinto “certero” que iban a encontrarlo. Enfatizó que bastaba estar unos días en Estados Unidos en sitios como Nueva York o Chicago, para darse cuenta que este país “no funcionaría” si desaparecieran los inmigrantes que hablan español.

“Están presentes prácticamente en toda manifestación de la vida ciudadana son parte esencial del engranaje de este país”, destacó.

El Nobel puntualizó que si bien eran tiempos difíciles en el entorno social y político para la comunidad migrante del país —especialmente la de origen mexicano y latinoamericano— dijo tener la seguridad “prácticamente absoluta” que la campaña contra los inmigrantes va a fracasar.

“Los sociólogos lo vienen diciendo: Los países del primer mundo no pueden mantener las altísimas condiciones de vida que tienen si no abren sus fronteras a la migración, que es fundamental para el desarrollo de una sociedad”, recalcó.

El español en Estados Unidos

Sobre la presencia del español en Estados Unidos, donde según cifras es el segundo país a nivel mundial con más personas que hablan español, sólo antecedido por México, dijo que se mantiene vivo.

“El fenómeno del español es distinto, no sé si es por la magnitud de la comunidad de lengua española en Estados Unidos o porque el tipo de migración que va venido del mundo de habla española tiene un arraigo mucho mayor con sus comunidades que están muy cerca, que hace que el español no se disuelva, no se va desintegrando; es muy interesante la coexistencia de las dos culturas”, dijo.

Recalcó que Estados Unidos es tradicionalmente un país de “fronteras abiertas” que ha prosperado y se ha puesto a la vanguardia gracias a la migración, que catalogó como “la gran inyección” que le ha dado esa voluntad de progreso.

“No creo que el español esté amenazado o desintegrado, hay una movilidad que va a permitir que siga vivo”, agregó.

De pantallas y literatura

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“En estos tiempos podemos reírnos de los muros; no impiden el paso de los inmigrantes. Siempre se va a encontrar la manera (de cruzar la frontera), los inmigrantes no son idiotas”, dijo tajante Mario Vargas Llosa (1936-2025) durante el encuentro-conversación que sostuvo el 9 de mayo de 2017 en el Instituto Cervantes de Chicago.

Proporcionada | Instituto Cervantes de Chicago

En la actualidad cuando los contenidos y noticias se dan a conocer por medio de la tecnología, el escritor destacó que hay un peligro para todas las lenguas con la gran revolución audiovisual.

“Las pantallas parece que le hubieran ganado la partida a los libros y que los libros han quedado cada vez más arrinconados y que las pantallas fueran, a partir de ahora, ser las grandes protagonistas de la cultura. Creo que eso entraña un cierto peligro, aunque la gran revolución audiovisual es algo importantísimo”, aseguró.

Añadió que los libros tenían un rol “importantísimo” en la formación de un individuo, de una comunidad, que no puede ser totalmente reemplazado por las pantallas. “Es muy importante que la pantalla y el libro convivan, coexistan. Eso va a depender muchísimo de la educación que le demos a las nuevas generaciones”, compartió.

Pidió defender los libros no sólo porque enriquecen la personalidad de una manera que no pueden hacerlo las pantallas y porque, además, “no hay mejor manera” de conocer un idioma con toda su riqueza y sutileza, que con las buenas lecturas y la buena literatura y así desarrollar el espíritu crítico.

“Va a depender de lo que queremos hacer con la sociedad del futuro. Queremos que sea una sociedad donde la pantalla y el libro no solo sobrevivan y existan, sino que contribuyan a la formación”, enfatizó.

Del ‘boom’ latinoamericano y su pleito con Gabo

Vargas Llosa debutó con su libro de cuentos, “Los jefes”, en 1959 y alcanzó la fama en 1963 con su primera novela, “La ciudad y los perros”, inspirada en su experiencia en un colegio militar peruano y por la que provocó el enojo del ejército de su país.

Esta y sus novelas siguientes como “Conversación en La Catedral” de 1969, hicieron de Vargas Llosa uno de los líderes del “Boom” literario latinoamericano de mediados del siglo 20, junto con el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Carlos Fuentes.

Vargas Llosa comenzó a escribir a temprana edad y a los 15 años era reportero de medio tiempo para el diario La Crónica. Siguió publicando artículos para la prensa la mayor parte de su vida, especialmente en una columna quincenal sobre política difundida por diversos diarios a nivel internacional.

Según su sitio web oficial, otros trabajos que tuvo incluyeron revisar nombres en las tumbas de los cementerios en Perú, trabajar como profesor en la escuela Berlitz en París y brevemente en la sección en español de la agencia France Presse en París.

Es famoso un incidente ocurrido en la Ciudad de México en 1976, cuando Vargas Llosa le dio un puñetazo a García Márquez, quien había sido su amigo y también fue galardonado con el premio Nobel. Años después lo ridiculizó como un “cortesano de Castro”.

Los motivos de la pelea nunca se aclararon y ambos escritores evitaron hablar públicamente de ello. Nunca se volvieron a dirigir la palabra. Gabriel García Márquez falleció en 2014.

Cuando llamó a México ‘la dictadura perfecta’

Uno de los términos que acuñó el escritor peruano fue cuando en 1990, en un debate en el que participaron entre otros, el escritor mexicano y Nobel de Literatura Octavio Paz (1914-1998), y que fue moderado por el también escritor mexicano Enrique Krauze, llamó a México “la dictadura perfecta”.

El encuentro titulado “La experiencia de la libertad” fue realizado en México por la revista Vuelta. Vargas Llosa destacó que México no era un país exento de la “tradición dictatorial”, ya que el resto de dictadores buscaban a toda costa emular un sistema partidario como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de aquella época y que estuvo en el poder en México por más de 70 años.

“Un sistema semejante que garantiza ese tipo de permanencia, que ante el resto del mundo se camuflara”, destacó.

“Yo recuerdo haber pensado muchas veces sobre el caso mexicano, con esta fórmula: México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la Unión Soviética, no es Fidel Castro, es México. Porque es la dictadura camuflada, de tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene de hecho todas las características de la dictadura”.

Con el tiempo, Vargas Llosa llevó su tendencia política hacia el libre mercado y el conservadurismo, lo que le hizo perder el apoyo de muchos de sus contemporáneos latinoamericanos y generó críticas a su obra.

De su deceso, se anunció que sus restos serán incinerados y que no habría ninguna ceremonia pública.

Con información de AP

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