Cientos de personas se reúnen para el Vía Crucis, una tradición del Viernes Santo en Pilsen

Usando una corona de espinas y una túnica blanca con manchas rojas, un hombre cargaba una cruz de madera al oeste de la calle 18, seguido por cientos de personas.

Por 48º año, los devotos católicos marcharon durante el “Vía Crucis Viviente”, una tradición anual del Viernes Santo en Pilsen que conmemora la pasión y la vida de Jesucristo.

“Esto es simplemente parte de nuestra fe”, dijo Marisol Domínguez, de 44 años de edad, quien tiene al menos 40 años participando en la procesión, y añadió que, en años anteriores, su madre interpretó a una de las 12 mujeres al pie de la cruz de Jesús.

“Mi madre siempre nos ha dicho que para entregarnos a Dios simplemente tenemos que ponernos en sus zapatos; así, al caminar con él, simplemente renunciamos a cualquier problema que tengamos”.

Mientras Domínguez recorría el tramo de una milla al oeste de la calle 18, oraba por la salud de su hija.

“Ha tenido problemas de salud desde los 7 años de edad, y luego todo iba bien, y recientemente, ha tenido más problemas”, contó. “Pero tengo fe en Dios”.

La multitud de varios cientos de personas era más escasa que en años anteriores. Domínguez cree que se debe a que las generaciones anteriores que iniciaron el Vía Crucis han envejecido, pero tiene la intención de seguir trayendo a sus hijos para que la tradición perdure.

Lo mismo le ocurre a Erasmo Martínez, de 45 años de edad, quien trajo a su hija de 7 años, Luna Martínez, quien sostenía la cuerda que separa a los actores del resto de la multitud. Es una tradición familiar que espera mantener, dijo.

“Simplemente se siente bien”, dijo Martínez, quien interpretó el papel de un soldado en años anteriores. “Es un recordatorio de lo que Jesús vivió. Al menos podemos estar allí, ser parte de ello. Une a la gente”.

Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago