La Biblioteca Newberry muestra la “labor invisible” de varios inmigrantes de Chicago

Los inmigrantes suelen estar bajo las sombras. Viven en barrios que muchos no visitan y realizan trabajos que no se anuncian. En un envase de fresas se indica el origen de la fruta, pero no quién la recogió. En la factura del hospital se enumeran todos los procedimientos, pero se ignora de dónde procede el personal médico que atiende.

Nunca sabremos realmente lo vitales que son los inmigrantes para nuestro país hasta que el gobierno entrante empiece a deportarlos, suponiendo que Donald Trump haga lo que promete.

Esto no es nada nuevo. Si miras las postales antiguas en una tienda de segunda mano, nada dice: “Hecho por inmigrantes alemanes en Chicago”. Los libros bellamente encuadernados no dicen: “Cosido por bohemios”.

Esto fue un gran problema para Jill Gage, custodia de la Fundación John M. Wing sobre la Historia de la Imprenta en la Biblioteca Newberry; su título se refiere a la persona que maneja la extensa colección de cartulinas, folletos, catálogos, libros, tipos de letra y otro material impreso de la biblioteca, que incluye boletos de autobús y partituras.

Cuando se propuso organizar la última exposición en la Newberry, “Making an Impression: Immigrant Printing in Chicago”, empezó por mirar lo que Newberry no tiene.

“Quería pensar en lo que no vemos en la colección”, me dijo, cuando nos reunimos para recorrer la pequeña pero significativa exhibición en la Galería Hanson de la biblioteca. “Quería hurgar en la colección y pensar en la imprenta desde un ángulo diferente”.

Jill Gage se encarga de la extensa colección de cartulinas, folletos, catálogos, libros, tipografías y otros materiales impresos de la Biblioteca Newberry.

Neil Steinberg/Sun-Times

La Newberry tiene 3 millones de postales, y la colección del impresor Curt Teich incluye material de producción fascinante, además del archivo familiar, incluyendo sus importantísimos documentos de ciudadanía. Encontrar a Teich fue fácil; otros contribuyentes a la imprenta de Chicago no tanto.

“Están escondidos”, dijo. “Quería pensar en lo que no se puede ver. Estoy obsesionada con lo que llamo el ‘trabajo invisible’”.

Se encontró a algunos inmigrantes escondidos a plena vista. Chicago es donde comenzaron las ventas por catálogo, con Montgomery Ward, construyendo un comercio que condujo directamente a los paquetes de Amazon que llegan a la casa hoy en día. Todo lo que Gage tenía que hacer era mirar de cerca los catálogos.

“Me quedé atónita cuando miré los primeros catálogos de Sears y me di cuenta de que tenían instrucciones para hacer pedidos en tres idiomas: inglés, alemán y sueco, porque era para inmigrantes”, dijo. “Estaban tratando con una población de lectores que no necesariamente hablaba inglés”.

Tampoco confiaban en las empresas que implicaban decirle a Sears su dirección.

“Tenían que explicar el pedido por correo a personas que no sabían qué era el pedido por correo y eran nuevas en los Estados Unidos”, dijo. “Tenían las instrucciones más sorprendentes, como: ‘No le tengas miedo al cartero’”.

Un recordatorio de que cuando se expulsa a los inmigrantes del país, no solo se expulsa a los trabajadores sino también a los consumidores.

Para representar los archivos faltantes que instituciones como la Biblioteca Newberry no se molestaron en recolectar mientras se publicaban los periódicos, la curadora Jill Gage seleccionó esta serigrafía de la artista Nicole Marroquin, “Latinx Newspapers of Chicago”.

Neil Steinberg/Sun-Times

Encontrar trabajadores alemanes, eslovacos y húngaros no significó que el trabajo de Gage estuviera terminado.

Tomemos como ejemplo la comunidad que habla español de Chicago. Son el centro de atención nacional en este momento. Pero pocas instituciones como Newberry sintieron la necesidad de conservar los periódicos en español para la posteridad.

Gage terminó recurriendo a artistas para llenar el vacío. Encontró una impresión de 2018 de los mástiles de los periódicos latinos de la ciudad, creada por Nicole Marroquin, “Latinx Newspapers of Chicago”, que la artista consideró “un llamado a las armas para que las instituciones culturales amplíen su alcance de recolección y hagan que la historia latina sea más accesible”.

Una exposición histórica debe conectarse con la vida actual, y no solo ser un aspecto aleatorio del pasado desenterrado y presentado sin ningún propósito en particular.

Como las elecciones presidenciales fueron cinco semanas antes de la inauguración de su exposición, Gage no podía saber en qué contexto se desarrollaría. Sugerí que fue casi un golpe de suerte retorcido, lo que hizo que la exposición sea incluso más relevante de lo que ella podría haber imaginado cuando comenzó a trabajar en ella.

“Por desgracia, llegó en el momento justo”, dijo.

Traducido por Jackie Serrato, La Voz Chicago

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