El representante de Estados Unidos, Jesús “Chuy” García, ha pasado toda su vida pública luchando por familias inmigrantes como la mía, familias que este país suele pasar por alto. Su legado no es teórico. Es concreto y medible, y ha transformado el futuro de personas como nosotros. Mucho antes de que se pusiera de moda llamarse “progresista”, él ya estaba haciendo el trabajo y centrando a las personas que todos los demás trataban como prescindibles.
Mi madre se convirtió en ciudadana estadounidense porque Chuy la animó a dar ese paso, lo que abrió puertas que antes estaban cerradas, brindándonos la estabilidad que tantos inmigrantes anhelan pero rara vez reciben. Frecuentemente pienso en ese momento y en la creencia de Chuy de que personas como mi madre pertenecen aquí.
La historia de Chuy es nuestra historia. Nacido en Durango, México, construyó su carrera desde cero y llevó a nuestra comunidad consigo en cada paso del camino. En cada puesto público que ha ocupado, la dignidad para los inmigrantes ha sido innegociable. Ha luchado por protecciones para los trabajadores indocumentados y ha impulsado recursos que reflejan las contribuciones que los latinos han hecho y continúan haciendo en EE.UU. Mientras que algunos en el Congreso ven a los inmigrantes como fichas de juego, él los trata como familia. Donde otros pintan la inmigración como una amenaza, él la ve como una fuente de fortaleza.
Los recientes ataques políticos a Chuy por retirarse de su carrera de reelección no están fundamentados en principios y son parte de un patrón más amplio que castiga a los líderes latinos que se posicionan firmemente con las familias trabajadoras y las comunidades inmigrantes. Mientras los analistas y los políticos oportunistas se preocupan por las cámaras, permanecen en silencio cuando la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) desgarra vecindarios, pisotea nuestros derechos y aterroriza a las mismas personas que Chuy siempre ha defendido.
Cuando los inmigrantes son nuevamente atacados, no podemos permitirnos olvidar qué es un verdadero liderazgo. Se parece a un congresista que reside en La Villita, un vecindario que ICE ha atacado implacablemente, y el cual sigue organizando, luchando y estando presente incluso cuando las cámaras no están grabando.
Un verdadero liderazgo se parece a alguien que nunca olvidó de dónde viene, que todavía nos habla en nuestro idioma y que trata a nuestra comunidad como su punto de partida, no como un accesorio.
El legado de Chuy vive en los millones que ha elevado, incluyendo a mi madre. Si queremos un país que trate a los inmigrantes con dignidad, necesitamos líderes como Chuy y más latinos como él en la mesa. Sé que no estoy sola al decir que siempre honraré el gobierno de Chuy y su enfoque en la equidad y el acceso.
Monica Trevino, Oak Park
Traducido con una herramienta de inteligencia artificial (AI) y editado por La Voz Chicago