Serie ‘Debo, puedo y quiero’ muestra a Juan Gabriel como nunca

Tan íntima como reveladora. Tan personal como universal. Tan Juan Gabriel como Alberto Aguilera Valadez (1950-2016). Así resulta ser la serie documental “Debo, puedo y quiero” que, a través de cuatro episodios, presenta la vida, la obra y los momentos cotidianos del que es uno de los grandes cantautores de México de todos los tiempos.

En cuatro episodios, “Debo, puedo y quiero” se adentra en la vida de Juan Gabriel por medio de una investigación tan detallada como maratónica en la que el principal eje es el archivo que por años el propio Juanga mantuvo tanto en fotografías, video, grabaciones de audio y voz, libretas, panfletos… todo el universo Juangabrielesco.

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Dirigida por María José Cuevas —”Bellas de noche” (2016), “La dama del silencio: el caso Mataviejitas” (2023)— y producida por Laura Woldenberg e Ivonne Gutiérrez, “Debo, puedo y quiero” le da a la audiencia una mirada y acceso inéditos a los archivos personales de Juan Gabriel y de Alberto Aguilera Valadez. Presentan un recorrido desde los inicios de su carrera, sus momentos cúspide, como sus conciertos en Bellas Artes, pero, ante todo, presentan sus momentos de intimidad y vida familiar.

“Lo que me maravilló fue la experiencia de convertirme en una espía tanto de Alberto como de Juan Gabriel; era una experiencia totalmente bouyerista”, compartió María José Cuevas en entrevista con La Voz.

“Quería compartir eso con los que vieran esta serie, que nos convirtiéramos en espías de Alberto al conocerlo desde sus vídeos caseros para entender su grandeza y que no hubiera ningún tipo de distractor que nos sacara de esa experiencia del archivo”, agregó la directora.

Comprimir el archivo en sí fue una labor maratónica. Según datos de producción, el equipo editorial de hasta ocho personas trabajó durante 21 meses en distintas etapas. Como parte del proceso, un grupo de 6 personas se dedicó durante 7 meses a visionar, catalogar y preseleccionar el material disponible.

En total, se revisaron 2,268 cintas en 16 formatos distintos y que van desde los años 70 hasta el 2010, 2,500 fotografías de álbumes personales y 30,000 fotografías digitales, además de medio millón de archivos de audio de sesiones y grabaciones.

“Imáginate”, expresa Cuevas. “Recapitulando y regresando al tiempo al inicio como documentalista, te haces la primera pregunta: ‘¿Con qué material cuento para reconstruir y hacer el retrato de un personaje que no está vivo?’ (…). Estaba tratando de entender cómo íbamos a construir esta historia”.

Cuando la productora Laura Woldenberg se pone en contacto con la familia del cantautor y le comparte una fotografía de una bodega con miles de cintas, de ahí les abrieron la puerta y les dieron acceso al archivo, dándoles, ante todo, un voto de confianza al dejarles entrar a ver ese legado íntimo.

Nadie sabía que tenían esas cintas y cuando llegan a manos de la producción, contó Cuevas, y se comienzan a digitalizar, “fue un proceso de ir metiendo el cassette e ir descubriendo. Y lo que era maravilloso es que de repente metías un cassette y era Alberto Aguilera en sus videos caseros en su cotidianeidad más absoluta, jugando con sus perritos, yéndose de viaje y de repente metías otro cassette y era Juan Gabriel en El Premier (Teatro) en puro concierto icónico”.

También ese archivo reveló esa obsesión de “El Divo” por filmar todo lo que pasaba en momentos importantes de su vida privada y la pública, cómo componía sus canciones y hasta cómo una frase o un guiño dicho en una grabación de una comida con amistades, que podía durar hasta 5 horas, de repente diera pie para convertirse en una gema dentro de la serie.

Para la realizadora, eso siempre fue lo más importante: encontrar esos momentos especiales que le dieran pie para contar la historia desde el punto de vista del propio Juanga.

“Tuve que reinterpretar el material para que el material fuera el principal narrador, que el archivo fuera el narrador, tal como la experiencia de descubrir este material. Me quedó muy claro que tendría que ser un material construido casi el 98% de puro archivo”, explicó Cuevas.

Porque aunque en la serie hay otros narradores secundarios —todos del círculo cercano del artista— la voz principal es la de Juan Gabriel desde su archivo.

A Cuevas lo que más le sorprendió en su propio proceso de descubrimiento para armar las piezas de “Debo, puedo y quiero” fue precisamente lo que la hizo comprender por qué Juan Gabriel causó, causa y seguirá causando tanta fascinación.

“Para entender la grandeza de Juan Gabriel, este personaje que todos queremos, cantamos y todo el personaje que es, hay que conocer a Alberto. Entiendes más a Juan Gabriel al conocer de dónde vienen sus soledades, cómo componía, porque, incluso en el documental, lo dice, que él no compone con frases rebuscadas. Claramente es un personaje que escribía desde la máxima autenticidad”, explica Cuevas.

Y también está el contexto histórico y social en las décadas en las que creció como artista: el México de la década de los 70, aún más machista, más conservador.

“Por donde lo veas, que un personaje como Juan Gabriel haya logrado vencer absolutamente todos los obstáculos y crecer de la manera en que creció, para mí es el gran conquistador. Conquistó a todo tipo de público, hasta al más macho. Nunca pretendió ser lo que no era. El gran éxito de Juan Gabriel de por qué es un ser tan querido y tan respetado a pesar de todos los horribles prejuicios es que nunca perdió la autenticidad”, agregó la realizadora.

El gran logro de “Debo, puedo y quiero” es que al espectador le demuestra que Alberto Aguilera Valadez y Juan Gabriel son eternos.

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