Viagra, salones de masajes y una maleta llena de “dinero chino”.
El tristemente célebre ex concejal Danny Solís (25°) respondió preguntas sobre los tres el lunes, sin mencionar una aventura amorosa, sus pésimas finanzas personales y una oferta de su hermana que provocó una intervención telefónica por parte del FBI.
Pero Solís parecía sentirse más avergonzado cuando un fiscal le preguntó por qué había dicho las palabras “quid pro quo” (hacer un favor a cambio de otro o un beneficio) en una charla de junio de 2017 con el entonces presidente de la Cámara de Representantes de Illinois, Michael J. Madigan, un año después de que Solís comenzara a trabajar de forma encubierta para el FBI.
“No sé, fue una tontería”, dijo Solís. “Pensé que era demasiado directo”.
Los fiscales alegan que Madigan de todas maneras mordió el anzuelo y llevó a Solís a un lado antes de una reunión posterior con los constructores. En una grabación vista por los jurados el lunes, Madigan llevó a Solís a su oficina privada, cerró la puerta y en un susurro, le dijo “no deberías estar hablando así”.
“Sólo estás recomendando”, le dijo Madigan a Solís. “Porque si no obtienen un buen resultado en sus impuestos inmobiliarios, todo el proyecto estará en problemas”.
Los videos reproducidos en la corte el lunes hicieron que los jurados retrocedieran hasta 10 años en el tiempo, a épocas en las que Madigan y Solís eran visiblemente más jóvenes, lucían menos canas y hablaban de políticos como el entonces alcalde Rahm Emanuel y el entonces gobernador Bruce Rauner, quienes —al igual que Madigan y Solís— ya dejaron el cargo.
Ahora Madigan, de 82 años de edad, está siendo juzgado por una conspiración de crimen organizado, y Solís, de 75, es el testigo estrella en el caso. Aun así, durante gran parte de la mañana del lunes, Solís parecía ser el que estaba siendo juzgado. En junio de 2016, Solís aceptó usar un micrófono encubierto para el FBI sólo después de que los agentes lo confrontaran con evidencia de su propia mala conducta.
El acuerdo al que llegó probablemente lo salvará de la prisión, o incluso de una condena penal, si cumple con su parte del trato.
También significó que Solís podría tener que responder por sus diversas transgresiones en el estrado de los testigos algún día. Ese día finalmente llegó el lunes, cuando los fiscales decidieron ser sinceros con los jurados sobre la “ropa sucia” de Solís. Lo hicieron en previsión de lo que seguramente será un interrogatorio abrasador.
Solís pareció evitar nuevamente el contacto visual con Madigan, como lo hizo cuando comenzó su testimonio el jueves. La fiscal federal adjunta Diane MacArthur tuvo que recordarle a Solís a veces que hablara por el micrófono. Y en un momento dado, Solís le pidió permiso al juez de distrito de EE.UU. John Blakey para ponerse de pie mientras respondía preguntas porque le dolía la espalda.
El ex miembro del Concejo Municipal se puso de pie, pero luego se inclinó hacia adelante para ver imágenes en una pantalla y hablar por un micrófono. Se sentó nuevamente después de aproximadamente un minuto.
Solís testificó por primera vez sobre el día en que fue confrontado por el FBI el 1 de junio de 2016. Solís dijo que estaba “conmocionado”, “asustado” y “nervioso”. Dijo que le reprodujeron grabaciones, incluyendo una de una reunión del 18 de agosto de 2014 en la que Madigan y Solís fueron grabados en secreto por otro constructor, See Wong.
Los jurados también vieron esa grabación el lunes.
Viagra y masajes que ‘se volvieron sexuales’
El lunes Solís reconoció que aceptó favores de los constructores, incluso cuando tenían asuntos ante el Comité de Zonificación, que incluían entradas para eventos deportivos, viajes gratis y más.
Reconoció que el ex operador político Roberto Caldero, que ahora está en prisión por soborno, organizó masajes para Solís que “se volvieron sexuales”. Solís admitió que Caldero y el fundador de Monterrey Security, Juan Gaytán, le dieron Viagra, que según Solís era más “conveniente” que conseguir una receta.
En 2015, Gaytán pagó para que Solís viajara a Las Vegas, según los jurados. Y se enteraron de que el constructor Fred Latsko le permitió a Solís organizar una fiesta de graduación para su hijo en la granja de Latsko en Indiana.
Solís dijo que dio propina al personal allí, pero no pagó nada más.
Solís testificó que su hermana, la ex directora de campaña de Hillary Clinton en 2008, Patti Solís Doyle, una vez le dijo que el constructor del proyecto del Hotel Nobu le ofreció $100,000 para ayudar a que se aprobaran los permisos del proyecto. “Ella dijo que podía dividirlo conmigo”, dijo Solís al jurado.
Aunque Solís afirma que le dijo a su hermana que eso sería ilegal, dijo que ella le dijo que “habría otra forma en que podría recompensarme”.
El agente especial del FBI Ryan McDonald testificó el jueves que los investigadores escucharon esa conversación después de interceptar el teléfono de Solís, y luego comenzaron a interceptar las llamadas de Solís Doyle.
El lunes Solís testificó que no sabía si su hermana había recibido ese dinero. McDonald testificó la semana pasada que la intervención telefónica de Solís Doyle no dio resultados y que nunca fue acusada de ningún delito.
Sin embargo, Solís Doyle también cofundó una empresa llamada Vendor Assistance Program (VAP, por sus siglas en inglés) con el confidente de su hermano, Brian Hynes. La empresa sirvió como apoyo financiero para los proveedores estatales que se demoraban en recibir los pagos de Springfield debido a limitaciones presupuestarias.
Fue una empresa muy exitosa que generó cientos de millones de dólares en ingresos para VAP. Y cuando Solís Doyle decidió vender su participación en la empresa, le entregó “más de $200,000” a su hermano, testificó Solís.
Una cama de hotel y una maleta llena de ‘dinero chino’
Solís necesitaba el dinero. Testificó sobre cómo su casa terminó en ejecución hipotecaria después de la Gran Recesión en 2008. Dijo que él y su esposa se separaron después de que ella se enteró de que había tenido una aventura con una mujer que conoció durante viajes a Asia. Solís dijo que su crédito se destruyó y terminó teniendo que pagar el alquiler de dos casas, además de los gastos de su esposa y su hijo.
Mientras tanto, Solís dijo que la mujer con la que había tenido una aventura lo ayudó a conectarse con un empresario chino, que tenía cierto interés en un programa EB-5 en el que Solís estaba involucrado con Hynes y Solís Doyle.
Ese era un programa de visas de EE.UU. que otorgaba residencia a personas extranjeras que invertían en proyectos de desarrollo económico.
Solís les contó a los jurados sobre un incidente en el que el empresario terminó poniendo una maleta en la cama de un hotel en China llena de lo que Solís describió como $10,000 “en dinero chino”. Solís dijo que la mujer con la que había tenido una aventura tomó el dinero y lo utilizó para amueblar un apartamento aquí.
Los jurados escucharon todo eso antes de que MacArthur finalmente comenzara a llevar a Solís al centro de su testimonio. Los fiscales dicen que Madigan se aprovechó de la poderosa posición de Solís como presidente de zonificación para dirigir el negocio hacia su firma privada de abogados de apelaciones fiscales, Madigan & Getzendanner.
‘Cómo funciona esto, ya sabes, el quid pro quo’
Los federales han señalado tres esquemas separados, y MacArthur le explicó a Solís el lunes dos que están estrechamente entrelazados. Todo comenzó cuando Madigan se acercó a Solís sobre la construcción de apartamentos Union West en el West Loop el 12 de junio de 2017.
MacArthur reprodujo llamadas telefónicas grabadas en las que Madigan le dijo a Solís que le gustaría conocer a los constructores del proyecto. Solís le dijo a Madigan el 23 de junio de 2017 que había organizado una reunión.
“Y creo que entienden cómo funciona esto, ya sabes, el quid pro quo”, dijo Solís.
Cuando MacArthur le preguntó a Solís el lunes por qué hizo el comentario, Solís simplemente pareció sacudir la cabeza y se quejó de que era una cosa “tonta” de decir. Para entonces, Solís había estado trabajando encubierto para el FBI durante aproximadamente un año. Dijo que los agentes no le pidieron que lo dijera.
“¿Eso es algo que hiciste por tu cuenta?”, preguntó MacArthur.
“Sí”, testificó Solís.
Pero cuando Madigan y Solís finalmente se reunieron con los representantes de ZOM Living detrás del proyecto Union West, los jurados vieron cómo Madigan llevó a Solís a su oficina para regañarlo en voz baja por el comentario.
La cámara de Solís capturó la cara de Madigan cuando el orador le dijo “solo estás recomendando… porque si no obtienen un buen resultado en sus impuestos inmobiliarios, todo el proyecto estará en problemas”.
Es un momento que los abogados defensores de Madigan seguramente interpretarán de manera diferente cuando llegue su turno con Solís y el jurado.
Mientras tanto, Solís usó sus reuniones con Madigan para discutir otro proyecto que se convertiría en parte del caso contra el ex orador. Los constructores estaban interesados en construir un hotel en un terreno de propiedad estatal donde se podía encontrar un estacionamiento en Chinatown.
Sin embargo, Madigan sintió que era mejor para él no involucrarse abiertamente en el proyecto debido a su disputa en ese momento con Rauner. Durante una llamada con Solís, Madigan le dijo a Solís que hiciera que el constructor Ray Chin “hablara con un hombre llamado Mike McClain”.
Es probable que los jurados escuchen más sobre ese episodio cuando se reanude el testimonio de Solís el martes.
Pero primero, antes de que terminara el testimonio el lunes, escucharon llamadas adicionales de septiembre de 2017 en las que Solís discutió los proyectos Union West y de Chinatown con Madigan. Un cambio de zonificación para el proyecto Union West estaba pendiente ante el comité de Solís en ese momento.
Solís le dijo a Madigan: “Voy a tomar una decisión sobre este desarrollo en el West Loop… Pero quería saber si ya había hecho algo con ellos”.
Madigan le dijo a Solís que “estoy casi seguro de que la respuesta es sí”, pero dijo que quería consultar con su socio en la firma.
Los dos políticos terminaron “jugando al teléfono” durante los días siguientes. Finalmente, el 11 de septiembre de 2017, Solís le dijo a Madigan: “Me ibas a responder si realmente se habían comunicado con tu firma o no”.
“Sabes, deberías seguir adelante y procesar eso”, le dijo Madigan. “Estabas considerando procesar algo. Deberías seguir adelante y procesar eso”.
Después de reproducir una grabación de esa llamada en la corte el lunes, MacArthur le preguntó a Solís si Madigan le dijo claramente que debía aprobar la ordenanza de zonificación.
“No”, dijo Solís. “¿Dijo eso? No”.
Solís confirmó que tampoco necesitaba el permiso de Madigan.
Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago